miércoles, 6 de marzo de 2013

Perspectiva biológica




     Al escuchar la palabra biológico quizá lo primero que se viene a nuestra mente son todas aquellas cuestiones alusivas a la vida, por poner algunos ejemplos: desarrollo prenatal, carga genética, influencias del ambiente sobre el nuevo ser o incorporación del individuo en su medio. Puede ser que se haya pensado en otros aspectos que no fueron mencionados, sin embargo, creemos que todos relacionamos o determinamos que este término es sinónimo de genética, lo que nos lleva a recordar o a poner de manifiesto que todo es heredado, que al igual que los genes determinan si el individuo será del sexo masculino o femenino, el color de piel que tendrá, la estatura y complexión que presentará, etc., estos juegan un papel importante en el desarrollo de la inteligencia.
     Sin duda alguna, la genética ocupa un papel trascendental en la capacidad para construir aprendizajes relevantes y aplicarlos, en función a las necesidades y características del contexto, para mejorar su realidad, pero, ¿será posible que solo este factor desempeñe un papel crucial en la capacidad de los individuos para aprender y mejorar su entorno?, ¿podremos suponer que el ambiente es indispensable para adquirir o potenciar las capacidades?, ¿se contradecirá una postura con la otra?, es decir, la genetista, que dice que todo es heredado, con la ambientalista, que determina que las capacidades son adquiridas; ¿cuál postulado ejercerá un mayor impacto?, ¿será que se complementa uno con otro?
     Al decir que todo es heredado “podemos suponer” que las personas nacen con capacidades sobresalientes o no, y que muchas actividades, incluso instrucciones formales, como las proporcionadas en las escuelas, estarían de más. Podemos adaptar lo comentado al siguiente dicho popular: “el que nace para tamal, del cielo le caen las hojas”, es decir, que desde que se está desarrollando un nuevo individuo en el útero de la mujer, se están determinando las capacidades que este nuevo ser presentará, que esa persona manifestará una predisposición por aprender, como resultado de ese don innato y que no hay nada que se pueda hacer contra ello, porque ya viene beneficiado, o en su defecto, perjudicado por esa carga genética; en otras palabras, el que no viene marcado con una carga genética positiva hacia el aprendizaje, de muy poco le servirá recibir las mejores instrucciones, porque pretender que estas personas obtengan rendimientos o resultados sobresalientes sin tener las condiciones o fundamentos esenciales para ello, será inútil e implicará una pérdida de tiempo, ya que no se le puede pedir al manzano que dé peras; ¿será posible esto?, ¿será correcta la suposición que hacemos en primer instancia sobre este postulado?, ¿realmente estará de más la influencia del ambiente en el desarrollo de capacidades en el individuo?

     “Al que le toca, aunque se quite, y al que no, aunque se ponga”, este dicho popular nos puede llevar nuevamente a suponer que las capacidades y la inteligencia que un individuo presentará están determinadas desde antes de nacer, como resultado de la biología y que el impacto del ambiente es menor. ¿Este dicho tendrá razón o serán solamente hipótesis las que se desprenden de él?
     Estudios realizados con gemelos idénticos y no idénticos arrojan resultados sorprendentes y determinan que la biología juega un papel decisivo en las capacidades de las personas, incluso se superpone al elemento que muchos considerábamos fundamental: el contexto; todo parece indicar que el ambiente suele tener un efecto poco trascendental y que los genes son los de toda la obligación, esto tiene fundamento y para afirmar lo contrario hay pocas pruebas o elementos, más bien son suposiciones. Todas las personas tenemos nuestros puntos fuertes y débiles, es decir, poseemos capacidades pero también limitaciones, por lo tanto, nos parece conveniente comentar que es posible encontrar a personas con altas capacidades en contextos desfavorecidos y que no solo los hijos de padres inteligentes y preparados (con estudio) serán los que sobresalgan y potencien sus capacidades, así que es evidente que el ambiente desempeña un papel menos impactante en la inteligencia que la carga genética de que se ha provisto al niño.
     En resumen, este enfoque sugiere que la inteligencia, las capacidades, las aptitudes y la calidad de aprendizajes que se construyen están determinadas, en mayor medida, por el factor genético, que influye en un 76%, y que el ambiente, aunque ejerza menor impacto, resulta fundamental para el desarrollo y potenciamiento de las capacidades del ser humano. No podemos caer en el error de decir que al adoptar esta posición biológica como genética, la educación y la influencia del entorno están de más, o viceversa, porque aunque una ocupe un papel más importante, la otra también es indispensable; no hay duda de que el factor biológico juega un papel decisivo en el desarrollo de las capacidades, pero tampoco es entendible que el individuo no se someta a un trabajo disciplinado o que no reciba los estímulos suficientes del medio para adquirir o mejorar ciertas competencias.

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